Vila-real: El Centro Excursionista de Vila-real organiza la presentación del libro Charcos y saltos de agua valencianos


 

Galería fotográfica

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La Plana al Dia | Vila-real | General | 07-05-2022
El Centro Excursionista de Vila-real organiza la presentación del libro Charcos y saltos de agua valencianos

Los charcos del Campamento y de Jogim (Riu Veo, a Tales); la Badina y los charcos de Carlos o del Molino de Ros de Lucena del Cid; el río Millares en Ribesalbes, Fanzara, Vallat, Torrechiva, Cirat, Montanejos o Puebla de Arenoso; los Charcos del Matà (Barranco de la Valltorta, les Coves de Vinromà); los espacios fluviales del río Villahermosa (en Argelita, Ludiente, Castillo de Villamalefa o Villahermosa); y los charcos del Bergantes. Son algunos de los espacios fluviales más bellos de la geografía valenciana que el periodista Agustí Hernàndez (Alboraya, 1977), reivindica en el libro Charcos y saltos de agua valencianos, que se presenta miércoles 11 de mayo a la Sala de Conferencias de la Fundación Caja Rural de Vila-real. El acto –una proyección de fotos comentada– será a las 19.30 horas.

Charco es cualquier espacio donde el río se ensancha, sin apenas corriente y que en algunos casos se ha utilizado o se utiliza para el baño. En el libro hay unos 200 espacios fluviales, entre charcos y saltos de agua, la mayoría de ellos correspondientes a Castelló y en menor medida, València y Alicante. De las comarcas castellonenses, entre otros, salen la Fuente que Nace (Matet); el río Pequeño (Fuentes de Ayódar, Ayódar y Espadilla); el Palancia (en El Toro, Bejís, Teresa o Jérica), así como afluentes de él como el río Arteas o el Barranco de Agualobos. Igualmente, se puede conocer espacios de baño de los ríos Noria, Ciervo y Carbo; de los barrancos del Salt, Salinas, Salt del Caballo o Centenar; y de las ramblas Celumbres, San Juan, de la Viuda y de Santa Ana, entre otros.

El periodista Agustí Hernàndez (Alboraya, 1977) puerta ocho años investigando estas pozas y cascadas, y ha encontrado unos 500. El libro, escrito en valenciano, reivindica la vigencia de los charcos y saltos de agua como espacios para el ocio y el turismo. "Hay que adaptar los accesos donde no están e indicarlos, recuperar la denominación tradicional de algunos, y poner medidas para que su visita pueda repercutir en la economía local", destaca Hernàndez, quien en 2007, 2013 y 2014 publicó tres libros sobre pueblos abandonados, el primero de ellos como coautor y por un encargo de la Generalitat Valenciana a través del Consell Valencià de Cultura (Pueblos abandonados. Los paisajes del olvido).

El trabajo no pretende ser un catálogo de espacios bonitos, sino abrir un debate sobre la gestión de estos espacios, muchos de los cuales eran desconocidos fuera de su ámbito, pero que los últimos años han visto como la afluencia ha aumentado, hecho que ha generado conflictos y también beneficios. Las limitaciones para visitar zonas más lejanas derivadas de la pandemia de COVID-19 presionaron más encara estos lugares, haciendo que incluso algunos de ellos se cerraron durante el verano de 2020. La situación se encuentra en un contexto global de reivindicación del mundo rural y el espacio de proximidad, no es un fenómeno únicamente valenciano.

El trabajo de investigación también apuesta para recuperar la toponimia de los charcos y saltos de agua, que en algunos casos se ha alterado, de forma que la tradicional incluso ha sido desplazada. También pide que la administración haga un mapa de estos lugares y delimito claramente los accesos, que en muchos casos son por propiedades privadas. Además, reivindica los saltos o pozas como "un elemento importante en la identidad local de los pueblos, de la misma forma que ya lo son una montaña, una fuente o un cortijo", dice Hernández.

Memoria de los ríos
El trabajo de investigación de Agustí Hernàndez reivindica la memoria de los ríos en el libro Charcos y saltos de agua valencianos. En un texto introductorio se incorpora fotografía histórica y más de veinte personas de Vila-real, Tales, Lucena del Cid, Benaguasil, Loriguilla, Almiserà, Buñol, Millares, Castelló de la Ribera, Requena, Rotglà i Corberà, Alboraya, Atzeneta del Maestrat, Alcoy, el Campello o Cocentaina rememoran como de importante ha sido el baño en los ríos y fuentes. También se habla de charcos o saltos que han desaparecido dentro de embalses, colmatats o en acequias y barrancos que se han canalizado.

Además, el libro intercala entre algunos ríos o áreas una sección, Cerca de, que muestra elementos del patrimonio natural y cultural del mundo rural relacionados con los ríos. Se trata de rutas junto a algunos de ellos (la senda Calduch de Vila-real), puentes o molinos (el gótico de la Puebla del Bellestar), o el punto donde confluyen ríos importantes (el Júcar y el Cabriel; o lo Villahermosa y el Millares). También muestra elementos como cuevas (las de la Valltorta, con pinturas rupestres, situadas sobre el barranco del mismo nombre), lavaderos (lo del Mas de la Costa), fuentes (la de Godó, también de Lucena del Cid), o pozos (lo de en Calvo de Useras, entre otros elementos.

Denominaciones
La realidad valenciana ha dado muchos nombres a estas realidades. El charco en valenciano es sinónimo de hoyo, pozo y poza, aunque predomina la primera opción. Son ejemplos el Charco de la Figuereta (Lucena del Cid) o el Charco Azul (Bocairent), pero también el Hoyo del Negro (Cotes) o el Pozo del Cañar (Onda). En castellano encontramos pozo, tollo, gorgo y charco. Por ejemplo, el Pozo de las Palomas (Puebla de Arenoso), los Charcos de Quesa (Quesa), el Gorgo Cadena (Bolbaite) o lo Tollo del Amor (Venta del Moro). El salto (el Charco Salt, por ejemplo) también es cascada en valenciano, y en castellano se añade a salto los términos chorrador, chorrero o chorro: El Chorrador del Villar (Castillo de Villamalefa), el Chorrero de la Garita (Chera) o los Chorros de Barchel (Chelva). En castellano también hay el concepto de playa o playeta. Por ejemplo, la de Molino Puerto de Chelva.

El autor
Agustí Hernàndez (Alboraya, 1977) es periodista. Trabaja en la Universitat de València. Ha sido periodista en varios medios de comunicación e instituciones publicas. También ha sido profesor de Formación Profesional, comisario de la exposición del Museo Valenciano de Etnología Pueblas abandonados. Pueblos en la memoria y ha ganado más de diez premios de poesía. Es coautor de Pueblos abandonados. Los paisajes del olvido (Consell Valencià de Cultura, 2006) y autor y editor de tres libros más sobre despoblación, entre ellos Pueblos Valencianos Abandonados (2013).
 
Amb la col.laboració de:
la conselleria d'educació, investgació, cultura i esport.
Generalitat Valenciana